Reflexión del Celta by Vanenburg (I)

real20club20celta20de20vigo20sadUtilizar la palabra fracaso para resumir la temporada no es suficiente, porque antes de que llegase el fracaso surgieron muchas otras: dudas –las primeras derrotas al comienzo de la temporada-, impaciencia –el equipo no es capaz de ganar-, desconfianza –una extraña racha de once partido sin perder, pero de los que sólo se ganaron tres-, ilusión –a falta de una jornada para el final de la primera vuelta, y con un partido atrasado, el equipo pudo ponerse líder-, decepción –comienza la racha de derrotas que nos alejan de los puestos de ascenso-, temor-el equipo no gana y le cuesta empatar-, miedo-además de no ganar, ni siquiera empata, además, no tiene suerte en los momentos claves y en muchos otros momentos aparece la desidia-, pánico –no hacemos más que echar cuentas y ya no están las cosas claras-.
Y después llegó el partido del Alavés que unió todas esas sensaciones en 14 minutos –desde el 79 al 93-.
Ahora podemos volver de nuevo a fracaso, porque el Celta partía con uno de los mayores presupuestos de la categoría, independientemente de que a mitad de temporada el equipo entró en ley concursal, tenía jugadores aparentemente adecuados para competir por el ascenso y su entrenador había firmado una extraordinaria segunda vuelta en el Castellón la anterior temporada.
El objetivo es el ascenso, se repitió constantemente desde la entidad hasta que, después de la primera serie de malos resultados Pepe Murcia declaró que a él no le había pedido que ascendiese el equipo, que ése no era el objetivo del Celta. Y acabaron por creérselo todos, como en la fábula del zorro y las uvas.
Si alguien quiere saber cómo jugó el Celta durante esta temporada, la respuesta es muy sencilla; de todas las maneras posibles e imaginables. Si alguien quiere hacer un cursillo de tácticas, aquí tuvo un buen banco repruebas; Murcia pasó del 4-2-3-1 al 4-4-2, cambiando de idea según los resultados. Se atrevió con el trivote, con con mediapuntas, delanteros más móviles o más fijos, juego por bandas o sin ellas, sólo pivotes defensivos o mediocentro con más llegadas, y entre tanto cambio táctico los jugadores iban rotando del campo a la grada sin mucho sentido. Al final el que rotó fue el bueno de Pepe, que dejó una frase en su despedida, a la que nadie ha dado todavía respuesta: “Yo me voy, pero el problema del Celta es mucho más profundo que eso”.