A veces se define a los futbolistas como a niños, aún sin contar con que pueden contar con más de 30 años, a los que hay que encaminar en numerosas ocasiones para que se centren y no metan la pata. Más de un jugador, tras abandonar la práctica del fútbol se ha encontrado con que no sabía cómo se sacaba un billete de avión, por ejemplo.
Parecidas circunstancias se dan con respecto al juego en sí donde más de uno pierde la cabeza perjudicando, de paso, a su equipo. Para evitarlo, el Elche C.F. ha decidido poner medidas y atacar por dónde más duele: el bolsillo. La comisión deportiva del conjunto ilicitano ha multado a Martí con 300 euros por la tarjeta amarilla que se mostró en el último encuentro por protestar. En similar caso se encuentraría Manolo Pérez mientras que Gastón Casas inauguró esta sección disciplinaria con una multa ajustada a la gravedad de su comportamiento (tres mil euros).
Personalmente, me parecen bien este tipo de medidas porque protestar o ganarse la expulsión por causas ajenas al desarrollo del juego no conducen a nada. Quizá lo lamentable sea que haya que resolverlo de manera monetaria cuando una buena bronca de vestuario a cargo del capitán del equipo deberían ser suficiente.
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