Poniendo el listón de la salvación en los 45 puntos, quizá alguno menos pero no demasiados teniendo en cuenta que ahora mismo el Albacete marca la frontera de la salvación con un promedio de 49 puntos al final del campeonato, se podría considerar que el equipo canario hace ya tiempo que empezó su particular «cuesta». En las actuales circunstancias se puede decir con escaso margen de error, creo yo, que en tres jornadas se pueden difuminar las esperanzas si todo va mal.
En este período, el Vecindario defenderá que su camiseta siga colgada entre las elegidas para Segunda ante Hércules, Alavés y Albacete contando con dos partidos en casa, sin embargo.
La puerta para la esperanza es que sus enemigos se cuentan entre los irregulares de la categoría de plata pero también es un arma de doble filo. Y, más en concreto, el Hércules navega por el medio de la tabla aunque ha iniciado una remontada con tropiezos y problemas ante el gol que le colocan a ocho puntos del ascenso.
Por otro lado, el Alavés tiene a su peor adversario dentro y no nos referimos a los aficionados locales precisamente. Ha perdido contundencia en su estadio, donde mal que bien remediaba sus problemas. No sería mala ocasión aprovechar el viaje a Vitoria para inaugurar las victorias lejos de Canarias, es el único junto a la Ponferradina que aún no ha puntuado ganado fuera.
Y, por último, nos referiremos al encuentro contra un Albacete entrado en crisis, con el míster en entredicho, rozando posiciones peligrosas y que antes rendirá viaje a Málaga y se jugará mucho una semana después ante el Castilla.
Dicen que si uno es católico debe creer en los milagros como dogma, el Vecindario desde luego necesita uno y para ello precisa tener fe, sobre todo en sí mismo.