Si pasara en Primera tendríamos portadas y largos artículos defendiendo el espectáculo y que los árbitros deberían tener responsabilidad para interpretar lo que sí es punible de lo que no, que si el jugador va a 180 pulsaciones y zarandajas por el estilo. Pero está ocurriendo en Segunda, por lo que nos enfrentamos a reportajes más bien asépticos, tirando a estadísticos, sobre la enorme cantidad de tarjetas que los colegiados están mostrando esta campaña situación que no se repetía desde hace ocho años, en la campaña 98-99.
La primera conclusión es que no se puede deber a la mera casualidad ni a que la categoría de plata se haya convertido de repente en una batalla campal. Creo que se han dado instrucciones para ser menos permisivos en los partidos de Segunda hasta el máximo límite posible, que supongo estará en no suspender un partido porque un equipo tenga menos de 7 jugadores. Es por ello que llevamos 103 expulsiones en 16 jornadas con 3 partidos que acumulan 5 rojas (protagonizados curiosamente por el Xerez contra Almería, Castellón y Málaga). De este centenar de rojas, un tercio (33) han sido por golpear a un contrario frente a las 9 que lo fueron debido a cortar una ocasión directa de gol.
El asunto se puede completar señalando, por un lado, que Mateu Lahoz es el que más amonestaciones de expulsión ha sacado con 10 más 51 amarillas (51A,10R), seguido de González González (63A,9R) y Piñeiro Crespo (66,9). Desde el punto de vista de los equipos cabe señalar al Almería por sus 56 amarillas y 12 rojas junto al Xerez (51,11) y el Castellón (57,10).
Ya veremos si al final de la campaña muchos equipos no echan en falta a elementos importantes para su juego por culpa de las tarjetas. Quizá con esta política se acabe limpiando el juego pero de momento el espectáculo está en el césped y en ver cuántos «caen» cada encuentro.
Enlace: marca.