Muy pocos aficionados se hubiesen atrevido a sugerir, viendo las plantillas de ambos equipos, que el encuentro entre Hércules y Cádiz de la séptima jornada de liga sería entre un equipo en zona de descenso y otro a un solo punto de diferencia. Herculanos y cadistas han llevado una trayectoria casi paralela en el campeonato, comenzaron más o menos como se les presuponía (aunque los de Alicante despertando dudas en casa desde el inicio), pero los errores defensivos en los primeros (el 3-2 en Tenerife hizo mucho daño) y la etapa «post Lucas Lobos» en los amarillos, ha puesto en entredicho a los dos entrenadores.
Bordalás se reivindica constantemente, sabe que la grada no entiende que tanta inversión millonaria (Farinós, Tote, De los Santos, Galindo, Montenegro…) sólo sirva para estar en descenso después de seis partidos, mientras que la prensa cadista ya sugiere que Oli podría tener un ultimatum en Alicante; perder por segunda vez ante el Castellón (que además alineó a un equipo plagado de reservas) ha despertado el nerviosismo en el Consejo.
Sobra decir que el empate seguiría dejando a ambos conjuntos al borde del abismo, aunque sobre todo sería casi un punto y final para el técnico local. En pretemporada muchos equipos se apuntaron al carro del «entrenador joven con ganas», pero ahora parece que los resultados mandan sobre las convicciones. La solución a esta tragicomedia, el domingo a partir de las seis de la tarde.