El Sporting de Gijón está en un momento dulce, porque después de causar unas dudas, ya que la baja de Congo suponía no disponer de un delantero de garantías a la hora de marcar goles, el equipo que dirige Manuel Preciado está demostrando que con sus «yogurines» es capaz de afrontar con aspiraciones este comienzo de liga.
Es curioso como la vida de vueltas, pero de eso tiene que aprender este equipo, porque el año pasado llegó a diciembre con aspiraciones a subir, el conjunto ilusionaba, se había forzado una buena piña y los resultado acompañaban, por todo eso se renovó al entrenador y se soñaba con un ascenso muy deseado por la parroquía, pero al final las cosas se torcieron y se sufrió en los últimos partidos por conseguir la permanencia.
Por eso digo que tienen que aprender, porque tienen que tener cuidado con la euforia que se ha creado en torno al equipo por el arranque liguero, ya que la segunda división es un tanto peligrosa y deben cuidar todo, aunque si Barral sigue jugando a este nivel, me parece que las cosas le van a ir muy bien a Preciado y los suyos.