Éste es el sentimiento que habita en los aficionados tinerfeños, sobretodo en las últimas fechas. En muchas ocasiones se ha dicho que colegiados como Hevia Obras o Del Pino Zamorano eran poco menos que “trencillas non gratos” en la isla, pues sistemáticamente hacen siempre todo lo posible por hundir al equipo blanquiazul, pero ahora, por corporativismo o Dios sabrá cual es el motivo (dicho sea de paso a los aficionados les pasan muchos y diversos por la mente) se ha pasado a que cada colegiado que tranca al Tenerife lo deja herido de muerte.
Y es que, en un tramo final tan disputado como el que tenemos en segunda división, que de los últimos seis puntos en juego te roben cuatro es algo demasiado escandaloso. Ésto no es una opinión de aficionado, solo me remito a datos claros que cualquier persona no cegada por intereses o por fanatismos los ve en las imágenes de televisión o en el propio terreno de juego.
Es tan difícil saber por qué un partido que tiene que durar 95 minutos (tras poner 5 de alargue) se acaba en el minuto 96 con20 segundos y por que otro que tiene que durar 94 minutos, si dura justamente eso (en uno atacaban al Tenerife y en otro se corta una última posibilidad de ataque del mismo equipo, que casualidad), o por qué unas manos que cortan un ataque no son sancionadas con tarjeta amarilla y en la jugada siguiente otras iguales sí (en el primer lugar un jugador del Elche en el segundo uno del Tenerife, que casualidad), o por qué si el árbitro ve claramente que un delantero se ha tirado el comité le quita la tarjeta (será que no se tiro mucho, por cierto el delantero es del Tenerife, que casualidad), o por qué un portero le quita la pelota a un delantero en boca de gol y el árbitro pita penalti sin haberlo (digo yo que eso va acompañado de roja en todo caso, o ¿quizás sabe que como es inventado no puede ahondar más en el castigo?, por cierto ese portero es del Tenerife, que casualidad).
Todos estos y muchos más errores no son fruto de una larga temporada, hablo de los dos últimos partidos de liga. De ahí la indignación de toda la grada del Heliodoro Rodríguez López, harta de años de cosas mal hechas, desde su propio ceno, y que por una vez que ve cómo pueden estar arriba, son otros los que quieren acabar con sus ilusiones, e impiden sistemáticamente que éstas puedan alimentarse por sí mismas. Es una pena que se pida desde los estamentos federativos fair-play a los jugadores, entrenadores y aficionados, y no vean como con estas actitudes deliberadas se fomenta todo lo contrario.
Pdta. Este post es escrito por nuestro amigo Felipe.