El domingo pasado el estadio Martínez Valero se llenó con 11.500 personas, muchas voces que tenían ganas de cantar los goles de los pupilos de David Vidal, y más cuando este entrenador había pedido a lo largo de la semana que fuera el máximo de público posible para animar al equipo, y los jugadores hicieron más de lo mismo, y como no, la gente ilicitana reaccionó y fue al campo.
Todo indicaba que iba a ser perfecto, porque hacía sol, era domingo a las 12 de la mañana, por lo que no había ninguna excusa para ir al partido, pero el problema estuvo en el equipo que no pudo reaccionar y ganar el partido, es más se encontró con una severa goleada, y es que el Salamanca le metió tres goles y dejó rotas las ilusiones de conseguir el ascenso.
Aunque hubieron más cosas, tengo que reseñar dos, la primera es la gente comenzó a impacientarse y pitó a los jugadores, cosa que no me gustó en exceso, y lo segundo es que esos cuatro mil aficionados más de lo normal se fue antes que acabara el partido, mientras los fieles estabamos ahí en el campo.
Esas dos cosas fueron negativas, en el plano positivo tengo que decir que los seis mil o menos que se quedaron llegaron a ovacionar al equipo y gritar !Elche, Elche!, cosas que me gustó, pero más todavía cuando terminó el encuentro el público que se quedó en el campo comenzó a aplaudir a los jugadores, y ellos devolvieron el saludo.
La moraleja de todo esto es que a la duras y a las maduras siempre quedamos los mismos en el estadio, y que no siempre se puede ganar y más cuando estamos hablando de un equipo que carece de un delantero goleador y las lesiones se ceban con sus jugadores estrellas.