Ni Abel Resino, ni Quique Hérnandez, ni muchos otros que sonaron. Finalmente el elegido para sacar al Hércules del pozo es Josu Uribe. Una decisión que cuando menos ha sorprendido a buena parte de la familia futbolística de la zona, ya que no se puede decir que este técnico saliera con buen pie la temporada pasada y precisamente del eterno rival de los alicantinos, el Elche. A éstos los dejó con una dinámica claramente a la baja que acabó en destitución, aunque cuando el equipo sólo estaba a cuatro puntos del ascenso, algo que siempre ha sido la carta jugada a favor de Uribe.
Además, queda la incógnita de saber cómo serán las relaciones del técnico con varios jugadores ex franjiverdes que ahora militan en el Hércules, como Turiel, Aragoneses y Moises. Sobre todo con este último, con el que protagonizó varios enfrentamientos tanto en la etapa ilicitana de ambos como posteriomente.
Lo que son las cosas, Bordalás, que acabó el año pasado como salvador después del cese de Mandiá, ahora vive la otra cara de la moneda. Y le sustituye otro entrenador con la impronta de «JASP» (37 años) que tras el ascenso a Primera con el Getafe era uno de los técnicos de moda, pero su paso al Elche (con el que se comprometió antes de subir) emborronó un currículum que contaba con su gran temporada en Las Palmas y el ascenso del «Geta» como principales avales.
Este verano estuvo a punto de cerrar su incorporación al Sporting de Gijón, pero finalmente las diferencias económicas rompieron las negociaciones. Ahora Uribe cuenta en Alicante con una plantilla confeccionada para el ascenso (por mucho que desde la Directiva se cuente la milonga del proyecto de ascenso a dos años) que todavía tiene tiempo de sobra para reaccionar. Y sin duda Josu sabe que, personalmente, es posiblemente la última oportunidad que tiene para mantener su cartel de entrenador válido, al menos, para la categoría de plata.