Hubo fiesta en muchos campos de segunda división, pero en tan solo dos campos hubieron lágrimas, porque los aficionados de la Real Sociedad más o menos tenían claro que no iban a subir escuchando los resultados del Molinón y Rosaleda.
Las lágrimas corrieron en A Malata, donde el Racing de Ferrol hizo lo que tenía que hacer, que no era otra cosa que vencer y esperar que alguno de los equipos picharan, pero al final vieron como la permanencia no era posible con los resultados de otros campos, y el gol de Rubén tan solo fue una anécdota para un equipo que ha pagado en exceso su irregularidad y su «pereira dependencia«.
En el otro campo donde los pañuelos salieron de los bolsillos de los aficionados fue en el Rico Pérez, donde el Cádiz pagó demasiado cara su falta de gol y el empate no le sirvió de nada, y eso que todo parecía perfecto cuando Gustavo López adelantó a los visitantes en el minuto 21 de partido, pero once después Sendoa empataba el encuentro, los palos impidieron que la victoria fuera visitante.
Precisamente al palo fue donde envió Abraham Paz el penalti decisivo, un lanzamiento que condenó a su equipo a la segunda división B, y encima se le quedará el recuerdo para siempre, la ovación de la afición local a los 1.500 gaditanos que se desplazaron no sirvió de consuelo.
